viernes, 11 de abril de 2014

La medida de nuestro porcentaje

Cuántas veces hemos escuchado "¿por qué lo tengo que hacer yo?", "Que lo haga otro!" o "si el no lo hace yo tampoco".

Por qué todo el mundo solo hace que mirarse su propio ombligo? Te crees el rey del universo? Piensas que todo el mundo debería estar a tu servicio y hacer lo que tu mandes? O siendo un poco menos exagerados, crees que no hace falta que hagas nada por este mundo?

Ese pensamiento inútil que la gente tiene "tampoco se notará si no hago nada".

Y lo más triste de todo es que, la gente que después va a las manifestaciones, y te exige que hagas algo por tus derechos, son los que frente a verdaderos retos del día a día no hacen nada.

No esperes sentado a que las cosas salgan por sí solas o a que alguien las haga por ti. Y esto aplícalo en cualquier cosa: 

En el trabajo, dedícate al 200% cuando estés en el trabajo, sé un ejemplo para los demás del entusiasmo y la dedicación que hay que tener con un trabajo que te gusta.
En los estudios, no seas perezoso, llévalo todo al día, no esperes hasta el último día, no seas ese compañero de grupo que no hace nada en el grupo, al contrario, sé aquel que recuerda, insiste y, al final, hace la gran parte del trabajo.
En las relaciones, no dudes, seas chico o chica, lánzate, por que el amor no es cosa de pura casualidad, que aparece por arte de magia. Para nada! El amor es cuestión de esfuerzo y dedicación a la otra persona. 
En tus amistades, no dejes enfriar tus amistades: habla, queda, ríe, disfruta con tus amigos y familiares.
En tus momentos para ti, disfruta de un buen baño o una buena siesta, relájate leyendo un libro o jugando un rato. Práctica deporte como si fueses un profesional. O simplemente, quédate mirando el más allá.

En definitiva, en cada momento, en cada instante. Aplícate al máximo. Por qué si todos vamos al máximo, iremos mucho más relajados (en todo).