sábado, 4 de agosto de 2012

Paciencia con agua.

Sácame de quicio, hazme sufrir...
Ponme a secar como un trapo mojado.
Lléname de vida,
líbrame de mi estigma,
Llámame tonto.
Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora.
No me arrastres,
No me asustes,
Vete lejos...pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Toca mis ojos,
Nota la textura del calor,
¿Por cuánto te vendes?
Píllate los dedos,
Y deja que te invite a un café.
Caliente claro
Y sin azucar... sin aliento



No tiene sentido, no entiendo por qué habla de sufrir y luego de un trapo. 
Por qué llamarme tonto y después olvidar, porque tocar mis ojos y luego preguntar por cuánto te vendes.


Cada frase es totalmente independiente de la siguiente.
Y esto lo encuentro hoy, después de que pase algo similar. Que te ocurra algo que no tiene nada que ver con lo que te ha pasado anteriormente.


Pero si una a una, te vas fijando, observas que todo tiene algo en común. Todas comparten un objeto en común.
Todas van ocurriendo poco a poco, pero no tienen nada que ver entre ellas, pero sí tienen que ver contigo. Ese es el elemento común.


No sabemos cuando ocurrirá, cómo ocurrirá, por qué ocurrirá, dónde ocurrirá... por eso hay que ser pacientes.