viernes, 13 de diciembre de 2013

El camino

Que gozada es recordar lo que significa mi mundo aparte. Me recuerda cuando tenía 9 años y tenía ese diario que te regalan el día de tu comunión que tiene un pequeño candado, y yo escribía ahí todo lo que ocurría cada día, al estilo "Querido diario...".

Pues hoy, es un día de esos que estas raro, que se juntan los sentimientos, un oxímoron de la vida.
Un dulce y doloroso sentimiento que recorre tu cuerpo al final del día.

Y todo esto viene porque una amiga me ha pasado en un juego de estos que circulan por FB un pintor contemporáneo. Mi misión era buscar información sobre este pintor. Leonid Afremov.

Definitivamente no he podido sentirme más identificado en sus cuadros. En este:


Ese solitario caminante, en un camino que yo llamo vida. Es duro, habrá momentos de lluvia, momentos de oscuridad, momentos de sufrimiento, momentos de incertidumbre, momentos de soledad, momentos de cansancio y desesperación, momentos de miedos, momentos de tristeza... (y así muchos más).

Pero pese a que el camino es largo y duro, el color es vivo, hay que vivir con alegría, hay que caminar con intensidad, hay que ser fuertes, no hay que golpear más fuerte, sino aprender a resistir golpes más fuertes. Hay que saber ver cada señal que nos llega cada día, hay que poder mirar el horizonte y sonreír.
Porque pese a que hay momentos en que pensamos que estamos solos ante el peligro, debemos detenernos, reflexionar y observar. Tenemos un paraguas que nos protege de la lluvia, un abrigo que nos da calor frente al frío y oxidado viento, tenemos una luz viva, una intensidad de luz en nuestra vida que nos ilumina en cada momento, tenemos la posibilidad de sorprendernos en cada regalo que nos regala el camino.

Sé que últimamente estoy demasiado filosófico, pero ya estoy cansado del cansancio, estoy cansado de la tristeza, estoy cansado de los miedos, estoy cansado de mi actitud.

Es por eso, que llegas a casa tras una semana agotadora, y al ver esta imagen, al sentir una alegría y una paz recorrer cada rincón de mi cuerpo y notar como la tristeza, la desesperación y los miedos huyen ante tanta potencia con que llega Él.