martes, 25 de febrero de 2014

Las dos caras de la moneda

Te has fijado alguna vez en lo increíbles que pueden llegar a ser los niños?
Te has fijado alguna vez en lo increíblemente aburrido que puede llegar a ser un adulto?

Eso me recuerda a la película de Peter Pan donde el protagonista (que no es otro que Peter Pan), no quiere crecer, quiere ser niño, SIEMPRE!

Señoras y señores, es cierto que la vida de un niño es infinitamente más divertida que la de un adulto; es cierto que siendo niño se contempla la vida con otros ojos, que cada momento es único; es cierto que se cuenta con esa inocencia que caracteriza a muchos niñ@s y de la picardía de otros muchos.

No obstante, no sé si se han fijado ustedes que... nuestro cuerpo no quiere ser niño para siempre!
Además, no somos conscientes de todo lo que ganamos cuando pasamos de ser niños a ser adultos. 

Es más, me atrevo a decir que, en mi humilde opinión, se puede ser adulto y niño a la vez; pero no se puede ser niño y adulto a la vez.

El otro día estuve con un amigo, y de repente apareció su hija (que a penas me conoce) vino corriendo, y con su pequeña estatura (solo me alcanzaba hasta las rodillas) me dio un fuerte abrazo y luego se fue corriendo... Todavía estoy perplejo y estudiando el "por qué" y/o el "motivo" de ese acto... (cosas de adultos).

Pero por otro lado me frustra mucho ver lo inútiles que pueden llegar a ser los que se creen "mayores" pero tienen mentalidad de niños. 
Señoras y señores que se hacen pasar por mayores pero todavía son unos niños/as... os doy un consejo:
"Encerraos un día en vuestra habitación, y decidid que queréis hacer: ser mayores o ser pequeños"

Al fin y al cabo es una decisión más que tendréis que tomar en esta vida. Pero dejaos ya de tonterías, dejad de fastidiar al resto y dejad de comportaros como niños en un mundo de mayores. 

Comentando esto me decía un colega: "pero tío... hay que saber disfrutar también de la vida, no crees?"
Por supuesto! Pero si no sabes comportarte en cada momento como corresponde... lo siento mucho pero para mi serás un niño encerrado en cuerpo de mayor. Puedes ser una persona extrovertida, divertida y con sentido del humor, incluso algo de locura, pero incluso así puede comportarse como un adulto. No sé vosotros, pero eso de ir de chulo por la universidad no se lleva, ni la prepotencia es signo de superioridad, ni el típico grupito de "chulos" de instituto, ni el ser un egocéntrico, ni el caer bien a la gente, ni presumir que vives en casa de tus padres y que no haces nada y tienes más dinero que los demás... Ni muchas otras cosas más.

Insisto, tomad una decisión ya! Y no toquéis los cajones :)

Y todo esto, se resume en una frase:
Una moneda tiene dos caras, pero solo se puede ver una de las dos.
Elige que cara quieres mostrar.

lunes, 17 de febrero de 2014

El paso

Unos segundos, eso es lo que tarda en ocurrir. Esa es la duración del paso entre las dos vidas.

Es en estos momentos donde yo pienso (y siempre recuerdo a mi querido abuelo), que somos tontos!
Sí, y yo lo fui! Fui tan tonto que no me dí cuenta hasta el final!

Nosotros nos empeñamos en evitar que muera alguien, cuando por naturaleza TODOS acabamos de la misma manera. El cómo es lo que nos diferencia. Por qué luchar contra algo que no vemos?

Y digo que fui tonto, porque no fue hasta el final cuando me dí cuenta que lo más bonito de ver como se marcha un ser querido es disfrutar de cada momento a su lado. Y grabar en tu memoria cada detalle.

Y no olvidarlo nunca. 
Y recordarlo siempre.

Y entonces, llorar.
Y eso es bueno, porque no hay que reprimir los sentimientos en nuestro interior, porque si no terminan convirtiéndose en veneno que nos corrompe y nos puede incluso volver locos.


sábado, 15 de febrero de 2014

Placentero dolor

Igual que esa sensación que tienes cuando una pierna se te duerme y notas un cosquilleo mezclado con algo de dolor suave.

Igual que ese dolor tan placentero que notas cuando tocas una herida.

Igual que esa sensación de dolor y picor que sientes con el gas al beber una cocacola.

Igual que ese momento en que te despiertas de la anestesia aturdido y con un dolor general pero contento de estar despierto ya.

Igual que el primer chapuzón en la playa, esa sensación de frío precedida por una cálida sensación de placer y vida.

Igual que el momento, después de 4 horas, en que te levantas de la silla y todos tus huesos y músculos rugen por ser molestados de sus respectivas posiciones.

Igual que ese agradable picor o agradable dolor que notas al quitarte las lentillas después de 14 horas pegadas a tus ojos, y frotar y frotar los ojos, y notar como cae una lágrima.

Igual que...

Ese dolor que sientes después de correr tras haber estado unos 5 meses sin correr, pero esa agradable sensación de satisfacción. 
Así me siento hoy!

martes, 11 de febrero de 2014

La energía

La ley de la conservación de la energía dice: la energía ni se crea ni se destruye, se transforma.

En realidad no voy a hablar de física ni de teorías ni el por qué de esa frase, ni de lo cara que resulta la energía hoy en día... Más bien lo que me ha hecho pensar es el cómo

Cómo se llego a esa conclusión? Cómo se consiguió el resultado? Cómo hay que hacerlo? Cómo...

La respuesta que yo mismo me he dado ha sido: con energía.
Todo esto viene por que me ha dicho una compañera: "yo quiero que me des un poco de esa energía que traes todas las mañanas". 
Y yo claro, me he quedado sorprendido! "Energía??!!" Inmediatamente he pensado "duermo una media de 6 horas, el tiempo que dedicó a relajarme y no hacer nada (o hacer cosas ociosas) debería invertirlo en trabajo o estudio... y aun así me dice que tengo energía??"

Claro, y eso a mi... me ha hecho que pensar.
Y es cierto, generalmente estoy bastante activo y participativo en el trabajo, pero no en cambio con los estudios que cuestan más y son más aburridos.

Y de ahí ha venido mi pregunta ante la energía... cómo lo hago? Cómo consigo estar así todos los días? Cómo consigues transmitir energía? La respuesta ya la he escrito arriba: con ENERGÍA.
Dedicándote a cada cosa, que surge durante el día, con energía y, tal vez, de alegría.

Inmediatamente aparece LA PREGUNTA: y cómo consigo yo esa energía? 

Sabes, querido amigo lector, no sé que decirte... Yo no lo sé. Ni tampoco me considero una persona con energía. Sin embargo, sí que te puedo decir que voy todos los días a trabajar con ganas, por que me gusta estar ahí, por que hay buen ambiente, por qué disfruto...

Claro, ahora me dirás: "sí, y con los estudios que pasa? Ahí no es tan fácil disfrutar, y posiblemente no será tan buen ambiente..."
Cierto! Y ya te digo que, a mi por lo menos, cuesta aguantar horas y horas frente a una pizarra y un tío (que a veces es un inepto) explicando números y algoritmos... No obstante, ahora yo te digo: "has intentado hacer de ese aburrido momento, un momento único? Has intentado mejorarlo todo lo posible? Has puesto toda tu energía en convertirlo en un momento alegre?"

Se creativo y convierte de un momento aburrido, un momento entretenido. Cómo? Con Energía!

Yo algunas veces le hecho un poco de música de fondo, eso ayuda a imaginarte las mil posibilidades que tiene un momento aburrido en ser, por lo menos, (algo) entretenido.

(Reflexiones: Preguntas y respuestas en una cabeza en un tren en un pueblo).

viernes, 7 de febrero de 2014

El círculo del 99

A todos nos gusta que nos reconozcan nuestros actos, nuestro esfuerzo, nuestra dedicación, nuestros detalles para con los demás, que nos reconozcan... nosotros... porque yo lo he hecho... y encima que he tenido el detalle... ni si quiera se ha fijado en como me he esforzado... ni tan solo un "gracias"... y así un sin fin de ejemplos.

Claro, puestos así, con que motivación/interés/empeño/loquequieras hacemos nosotros las cosas?????

Pues, al final terminas haciéndolo a malas y con una cara de estreñido como si de diarrea se tratase. Y claro, la culpa de que tu estés así son los demás.

Te cuento un cuento?

Habí­a una vez un rey muy triste que tení­a un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un dí­a el rey lo mandó a llamar:" Sirviente -le dijo- ¿cuál es el secreto?" ¿Cuál secreto, Majestad? "¿Cuál es el secreto de tu alegrí­a?" No hay ningún secreto, Alteza."No me mientas, sirviente. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira." No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto."¿Porqué estas siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿Porqué?"
Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? "Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado." Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustarí­a más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando..." Vete, vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrie, hizo una reverencia y salió de la habitación.
El rey estaba como loco. No consiguia explicarse cómo el sirviente estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana."¿Porqué es feliz?" Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del cí­rculo."¿Fuera del cí­rculo?" Así­ es."¿Y eso es lo que lo hace feliz?" No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz." A ver si entiendo, estar en el cí­rculo te hace infeliz." Así­ es."¿Y cómo salió?" ¡Nunca entró! "¿Cuál cí­rculo es ese?" El cí­rculo del 99. "Verdaderamente, no te entiendo nada" -dijo el Rey-.
La única manera para que entendieras, serí­a mostrátelo en los hechos. " ¿Cómo?" Haciendo entrar a tu sirviente en el cír­culo. "Eso, obliguémoslo a entrar!!" No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el cí­rculo. "Entonces habrá que engañarlo." No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solo en el cí­rculo. "¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?" Si, se dará cuenta. " Entonces no entrará." No lo podrá evitar. "¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo cí­rculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?" Tal cual. Majestad, ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del cí­rculo? " Sí" Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. 99 "¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?" Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del sirviente. Allí­ esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendía la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decí­a: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste". Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el sirviente salió, el sabio y el rey espiaban desde atras de unas matas lo que sucedí­a.
El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremecía, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta y entró a su hogar. El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente ingresó presuroso a su hogar y con su brazo arrojó al piso todo lo que habí­a sobre la mesa dejando sólo la vela. Se sentó y vació el contenido de la bolsa... Sus ojos no podí­an creer lo que veí­an.¡ Era una montaña de monedas de oro! él, que nunca habí­a tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas !! El sirviente las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hací­a brillar a la luz de la vela. Las juntaba y desparramaba, hací­a pilas de monedas. Así­, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: 9 monedas !!! Su mirada recorría la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. * "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. " Me robaron -gritó- me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que habí­a 99 monedas de oro "sólo 99".
"99 monedas. Es mucho dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del sirviente ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habí­an vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible gesto, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veí­a, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendrí­a que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.
Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibí­a, en once o doce años juntarí­a lo necesario. "Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, al terminar su tarea en el palacio a las cinco de la tarde, podrí­a trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reunirí­a el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habrí­a para vender...Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegarí­a a su moneda cien.
El rey y el sabio, volvieron al palacio. El sirviente habí­a entrado en el cí­rculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguía sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el sirviente entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas. "¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo." Nada me pasa, nada me pasa. "Antes, no hace mucho, reí­as y cantabas todo el tiempo." Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querrí­a su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un sirviente que estuviera siempre de mal humor...
Todos hemos sido educados en esta estúpida ideologí­a: Siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se tiene. Por lo tanto, nos enseñaron, la felicidad deberá esperar a completar lo que falta... Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar de la vida. Pero qué pasarí­a si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así­, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo una trampa, puesta frente a nosotros para que quedemos cansados, malhumorados, infelices o resignados.
Una trampa para que todo siga igual ... "... cuántas cosas cambiarí­an si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal como están..."
Jorge Bucay - Déjame que te cuente

martes, 4 de febrero de 2014

Y, ¿qué haces tú?

"La felicitat és com un truc que vas buscant i que, quan el tens, no te n'adones. És retroactiu, ho saps després. Hi ha felicitat per tot arreu, però has de saber-la captar, saber que la tens.
(Stéphane Brosse)

Esto es algo similar a decir: "No aprecias lo que tienes hasta que lo pierdes".

Y sí, la felicidad existe en todos los lados, ojo! No confundamos nuestra "seguridad" en nuestra "felicidad", porque la felicidad no te la va a dar un trozo de plástico/aluminio al que hoy en día le llamamos Smartphone. Y tampoco te la va a reportar el dinero. 

No, no, no, no... 
La felicidad, esa increíble sensación que brota del más insignificante detalle y que, como el aire, tiende a ocupar el máximo espacio posible. Esa sensación de paz y tranquilidad que acompañan a un momento de felicidad. La necesidad de gritar a los cuatro vientos. Ese noseporqué que te hace sonreír y cuando te preguntan ¿por qué sonríes?, tu solo puedes contestar con esa misma sonrisa. Esa sensación en que nada te afecta, ya te pueden decir que tienes que andar 50 km, o todavía te queda por delante todo el día, o te toca pagar algo, o yo que sé... Da igual! Ese sentimiento que recorre cada milímetro de tu cuerpo, que provoca que todo el mundo en ese momento te resulte familiarmente amigable, que impida que de ti salga algo malo. Ese instante en que no puedes parar ni estarte quieto. Esa lágrima que expresa todo ese sentimiento. Ese algo que te hace dejarlo todo, que te impulsa a abrazar al primero que pillas, que te fuerza a sonreír, que te alegra el día. Esa sensación de invencibilidad, de poder, la sensación que te hace creer que eres capaz de todo, que te motiva. Ese sentimiento que elimina en ti todo rencor, todo malestar, incluso atenúa enfermedades. Esa chispa que saca todo tu humor de dentro, que saca lo mejor de ti. El momento en que te das cuenta que no podías más y todavía estas ahí, insistiendo. Esa sensación de ver que el universo, que tienes al mismísimo Dios de tu parte. Ese sentimiento hermano del amor. Ese quéseyo que nos hace mentir, que nos hace hacer estupideces. Ese, eso, aquello que siento cuando te veo, paquetevoyamentir.

Sí. La felicidad no viene con un móvil, una televisión, el mejor ordenador o el dinero... La felicidad viene solo de lo mejor: las personas, los recuerdos, las buenas noticias, los acontecimientos, los abrazos...

Y, que pienso yo... (sí, sé que muchas veces no te importa lo que piense yo), bueno pues que porqué deberías olvidar aquello que te reporta felicidad? Esa pregunta me recordaba una persona que, a la pregunta "¿Y qué haces tú?", contestaba: "Yo me esfuerzo cada día en aportar mi granito de felicidad a este mundo".

domingo, 2 de febrero de 2014

Acción-Reacción

Llega un punto en que tu cabeza domina y controla tus actos. En ese momento me asusté y mucho. Qué estaba haciendo? 

Después de un tiempo me dí cuenta que cuando uno se deja guiar por su cabeza, por los placeres, por los gustos, por los sentidos... mal. Al principio parece que sí, pero al poco rato te das cuenta que todo va de mal en peor.

Algunos dicen que es lo que funciona, o que la vida son dos días y hay que vivirlos, que hay que vivir el día como si fuese el último. Mi opinión es que esos son los "miedicas" de la vida, los que no tienen valor para afrontar la vida cara a cara. Los que no tienen personalidad. 

"Naciste original, no te muestres como una copia!"

Y claro, llega un momento que frente a una simple problema que no habías previsto o que desconocías su existencia, se viene todo abajo. Pero no está todo perdido. Aprende! Lucha! Adelante!

"Puedes cruzar montañas, océanos; superar dificultades, vencer obstáculos con solo una cosa: confianza en ti mismo."
"Esto implica tomar decisiones, esto implica arriesgar, la confianza en ti mismo no te lo va a solucionar por obra de magia. La confianza hará posible que tomes una decisión y sean las que sean las consecuencias, hará posible que te mantengas firme.
Una decisión siempre tiene sus consecuencias, buenas o malas, aprende a disfrutar las buenas y aprende a corregir las malas, pero nunca te arrepientas de haber tomado una decisión, puesto que la has tomado tú. No tengas miedo a arriesgar, porque una cosa sí es cierta, quién no arriesga no gana. Tu verás en que arriesgas, pero no te quedes quieto, lucha y aparta los miedos. Y pase lo que pase, sabes que yo siempre estaré aquí, para lo que necesites."
Acción-reacción